45.- Durante el período colonial fue frecuente la escasez de papel en México, por lo cual en el siglo XVII se repitió el caso de que se suspendió el trabajo en las imprentas, con lo que quedaron inéditas algunas obras y hubo necesidad de destruir muchos libros, para vender su papel al peso, y en el XVIII se paró por larga temporada la publicación de las Gacetas.
54.- No se ha inventado todavía y hace falta hacerlo, el estudio de un aspecto interesante de la historia del grabado en México: el de los sellos postales y fiscales , tanto desde el punto de vista plástico, como del documental, que es muy extenso en el conocimiento de la iconografía mexicana de retratos, paisajes y monumentos. Tampoco se ha formado una colección de dichos sellos, para destinarla a la pública consulta de los investigadores.*
80.- En 1875 había en la ciudad de México 33 imprentas, de las cuales 9 eran de primera clase, 6 de segunda y 18 de tercera. Considerábanse de primera clase las de gobierno, en Palacio; la de don Ignacio Cumplido, en la calle de Rebeldes, 2; la de don Francisco Díaz de León, en Lerdo, 2; la de Dublán y Lozano, en Cordobanes, 8: la de don Ignacio Escalante, en los Bajos de San Agustín, 1; de la de don Vicente Garcia Torres, en San Juan de Letrán, 3; la de Ramiro y Ponce de León, en la esquina de la calle y el callejón de Santa Clara; la de J. M. Sandoval, en el hospital de San Nicolás, 18 y de la viuda e hijos de Murguía, en puente Quebrado, 50.
En las de segunda clase estaban las de Bablot, Barbedillo, Flores y Monsalve, Lara, Manteola y Villanueva y Villageliú. Por ultimo, pertenecían a la clase tercera las imprentas de Arellano, Belut, Castañeda y Rodríguez, Castillo Velasco, Epstein, Guzmán, Morales, Muñiz, Orellana, Paz, Rivera y Río, Rosas, Salazar, Sánchez, Valle, Velasco y Villada.
No nos explicamos por qué motivos el establecimiento de Lara se clasificaba entonces en la segunda categoría, siendo que fué primerísimo en la calidad de sus trabajos.
En el mismo año funcionaban en México las litografías de Arteaga y Compañia, Víctor Debray, Máximo Fernández, Luis Friech, Hesiquio Iriarte, Llano y Compañía, Ireneo Paz, Jesús Rivera, Hipólito Salazar y Viuda de Murguía.
Las librerías de entonces eran las de Abadiano, Aguilar y Ortiz, Andrade y Morales, Ballescá con Roig y Font, Bouret e hijo, Buxó, Cagniard, Cueva, Cortés, Galvan Rivera, Jens y Zapiain, Lara (el impresor), Matty, Parres y Compañía, Rabinat y Compañía, Rosas, Viuda de Murguía e hijos y Viuda de Carredano y Vincourt.
El papel de producción nacional se expendía en los bajos de los hoteles San Carlos y Gillow y en la calle de Don Juan Manuel, 22.
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